Campo de prisioneros

Campo de prisioneros

Nada más caer prisionero de los soviéticos el capitán Palacios advirtió la inhumanidad de sus captores ya que estos remataban a los soldados españoles heridos que no podían seguir la marcha, ¡al igual que a sus propios camaradas rusos!

Fue alojado en diversos trenes-cárcel que le llevaron de un lado a otro, desorientándolo de tal forma que no sabía en que parte de la gigantesca Unión Soviética podría parar. Al final fue alojado con sus hombres en un campo de concentración de prisioneros en el que ya había soldados alemanes e italianos.

Las penurias se agudizaron y pronto se supo que entre la tropa se estaba dando el canibalismo. Parecía que les habían apartado a aquel agujero del mundo para dejarles morir de hambre. Pero fuera del campo la situación no era mejor ya que los paisanos del entorno se acercaban a la valla para pedir comida a los cautivos. Muchas veces el centinela de la torre bromeaba diciendo que la alambrada no estaba para evitar que ellos salieran sino para impedir que aquellos entraran. De todas formas si salieran ¿a donde irían?

Parece que al final la ayuda vino de los Estados Unidos, que presionaron a sus aliados rusos para que dieran un trato más favorable a los prisioneros de guerra. El esforzado capitán lo verificó cuando en sus propias manos cayó una lata en la que ponía «beef».

(«División 250», de Tomás Salvador).

Rusos prisioneros
Rusos prisioneros