Anatomía de Ley

Anatomía de Ley

Cuando estaba en la Facultad de Bellas Artes era bastante común el uso casero de los maniquíes de madera articulados. Así se podía practicar en casa el dibujo de la anatomía humana, con la ayuda de las diferentes posturas que el muñequillo pudiera adoptar. Era un pobre sucedáneo de los modelos reales que teníamos en clase, pero valía para seguir educando el ojo. Yo nunca lo tuve y me quedé con las ganas, por eso la primera vez que vi una figura de acción de última generación a escala 1/6 me quedé alucinado y contemplé la ocasión de resarcirme con creces de aquel vacío de 8 años que me había dejado aquel muñeco artístico. La figura (que no muñeco) no tenía ni punto de comparación con el arcaico monigote de mis sueños, pero lo que realmente me decidió a comprarlo fue lo que decía en su caja: que adoptaba infinidad de posturas gracias a la gran cantidad de puntos de articulación de los que disponía.

Keko de madera
Keko de madera

Fue empezar a manejar a «Hans» y darme cuenta que había entrado en otra dimensión, en la que se podía alcanzar un realismo inimaginable sólo con las posturas que le podía poner. Y desde entonces han pasado 13 años en los que dentro de las figuras de acción también ha habido una evolución. La mayoría de las marcas se han puesto las pilas y han ido mejorando el diseño funcional de los cuerpos, aumentando sus posibilidades posturales. El pobre Hans nunca pudo ponerse en cuclillas para poder posar en la típica foto de equipo; reto imposible que ni él ni sus contemporáneos alcanzaron. Pero el otro día cayó en mis manos un cuerpo nuevo (sólo el cuerpo) que ha roto los moldes. Empecé a manejarlo sin mucha convicción pues era de una marca que conocía y en su momento no me convenció, pero al ir sobándolo y quitarle la rigidez empecé a notar lo que había mejorado, y me decidí a probar si se pondría en cuclillas…

De momento a este cuerpo serrano ya le he puesto cabeza.